jueves, 14 de mayo de 2009

Diario de un manresano ocasional (Capítulo 21)

Vuelve a llover, como el primer día que pise este sitio. Ha sido un día muy similar porque no se ha visto al sol en ningún momento. Agua cayendo de forma intermitente, a ratos fuerte y otras veces mansa, pero siempre la lluvia.
El último viaje en tren, la última comida con los compañeros de trabajo de aquí, la última tarde en este pueblo, el último recorrido haciendo footing, el último post desde la biblioteca, la última noche en la que ha sido mi habitación durante más de un mes.
No puedo quejarme del trato recibido durante este tiempo, ni mucho menos. Al contrario, toda la gente que he conocido, absolutamente toda, se han portado muy bien conmigo y me han ayudado a sentirme mejor aquí.
Pero está claro que mejor que en casa no se está en ningún sitio y lo volveré a comprobar en menos de un día.
Sigue lloviendo. Paraguas, botas de agua, chubasqueros. El liviano chapoteo de algún pájaro aventurado. Montserrat rodeada de espesas nubes grises. Ganas de verte y de pedirte perdón. Ganas de que me mires. Ganas de todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario