miércoles, 6 de mayo de 2009

Diario de un manresano ocasional (Capítulo 15)

Acabo de llegar de hacer footing. Tenía ganas de darme un garbeo y en cuanto he llegado al hostal, vía tren de cercanías, me he puesto la ropa de deporte y me he ido a hacer un recorrido que me ha aconsejado un compañero de trabajo.
La mayor parte del mismo transcurría por caminos arduos y pedregosos, cosa mala para los tobillos. De hecho, tampoco me ha gustado mucho en general, no sólo por el terreno, sino porque había momentos en los que se pasaba por la puerta de caseríos abandonados y silenciosos, lugares que se veían muy dejados, con las fachadas claramente degradadas y la mayor parte de las paredes derrumbadas. Para más inri, el punto que marcaba el final del camino era la puerta de entrada de lo que parecía ser una antigua fábrica, así que al llegar ahí he dado media vuelta y he girándome de vez en cuando para cerciorarme de que no sucedía nada extraño a mis espaldas.
En total he estado una media hora ya que he ido bastante a la idea, sobretodo cuando me acercaba a los sitios anteriormente mencionados.
Me ha ido bien airearme aunque fuera por poco tiempo y creo que el jueves volveré a salir pero para entonces intentaré que me aconsejen un lugar que no asuste tanto.
Hoy he ido al banco y he visto que ayer me ingresaron la mensualidad del mes pasado. Como dije en un post anterior, cobrar nos hace un poco más felices y tú me haces más feliz que todo.

Sant Vicenç de Castellet, 5 de mayo de 2009.

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