sábado, 2 de mayo de 2009

Real Madrid C. F. 2 - F. C. Barcelona 6


Fue un homenaje al fútbol en toda regla, un partido que duró lo que el Barça tardó en engrasar la máquina que le está llevando en volandas desde septiembre y que sólo ha fallado en unos pocos envites que se pueden contar con los dedos de una mano.
El Real Madrid fue fiel a su estilo y empezó bien armado en defensa, creando una tela de araña de medio campo hacia atrás y mordiendo a partir de la zona de tres cuartos de campo, esperando alguna recuperación de balón para poder lanzar el contraataque por medio de Robben, el jugador blanco con más calidad. Los azulgrana, en cambio, siguieron en sus trece y quisieron el balón desde el minuto cero. Les encanta acariciar el cuero y sentirse los dueños del partido.

Empezó el partido de poder a poder, con dos púgiles que lanzaban golpes al cuerpo pero que sólo silbaban porque pasaban relativamente cerca. Un tanteo inicial que duró lo que tardó Higuaín en marcar el primero de la tarde, tras el enésimo error de marcaje del Barcelona en los centros rivales al área. Empató Henry casi de inmediato y al Real Madrid no le dió tiempo ni a disfrutar de su ventaja. Tras una falta absurda de Cannavaro, llegó el segundo gol azulgrana tras saque de falta de Xavi y remate de cabeza de Puyol.
Los de casa no estaban muertos a pesar de los dos golpes casi consecutivos y no le perdían la cara al partido, pero sólo unos minutos más tarde, marcaba Messi el tercero para su equipo tras un robo de balón de Xavi en las proximidades del área blanca. Fue entonces cuando los de la capital hincaron la rodilla y se llegó al descanso con la sensación de que el Barcelona podía haber aumentado aún más su cuenta si no fuera el mejor portero del mundo, alias Iker Casillas.

Nada más retomarse el encuentro el Real Madrid acortó distancias por medio de Sergio Ramos tras otro error defensivo de los visitantes. Pero sucedió lo mismo que tras el primer gol de los locales y el Barcelona empató rápidamente gracias a Henry, sin darles tiempo a creer que podrían optar ni tan siquiera a un inmerecido empate.
Con el 2 a 4 en el minuto 15 del segundo acto se acabó el partido. Los jugadores del Real Madrid se dieron por vencidos, cada uno de ellos era una bandera blanca que divagaba sobre el tapiz a la merced del toque sutil de los azulgrana en cada una de las jugadas que tejían. Fue una humillación, un constante sonrojo y una inoperancia bestial frente a un equipo al que sólo puede achacársele los ya nombrados errores defensivos y reconocérsele su constante insistencia por querer jugar al fútbol de la mejor manera que existe.

Lo único reseñable de esta prescindible media hora, quitando el baile azulgrana sobre la pista merengue, fueron los últimos goles que marcaron Messi y Piqué y que elevaron el tanteador visitante hasta los seis goles, todo un récord.
Con el 2 a 6 y sin añadir ni un minuto de descuento, el árbitro dijo basta.
El Barcelona se apoderó del feudo de su eterno rival, salió airoso y ganó, como si fuera una costumbre, la enésima batalla de esta temporada que le catapulta definitivamente, y salvo sorpresa mayúscula, al título de Liga.

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