
Cuando era pequeño me gustaba pensar que algún día tendría una biblioteca en casa, un rincón especial lleno de palabras y poder disfrutar de ellas a cada momento. Supongo que no hace falta decir que ese sueño se fue desvaneciendo poco a poco hasta el día de hoy.
Hacía mucho tiempo que no visitaba una biblioteca y ahora, aunque no es para consultar ningún libro, vuelven a renacer, aunque sea mínimamente, esas ganas que tuve antaño.
Hay infinitas cosas que desconocemos y muchos conceptos que ni tan siquiera nos paramos a pensar por pura pereza. Nos cuesta profundizar en las cosas del día a día y vamos pasando de puntillas sin querer indagar más en lo que nos acontece. Por no hablar de lo importante y beneficioso que resulta leer novelas de alguno de los grandes autores que existieron y existen aún hoy en día.
Me encanta leer y aprendo mucho con ello. Ojalá tuviera más tiempo para dedicarle a los libros del que ahora mismo dispongo.
Tal vez no llegue a tener nunca una biblioteca en casa ni llegue a saber tanto como realmente me gustaría pero no será por falta de ganas.
Como dice el dicho, el saber no ocupa lugar. Y tampoco entiende de edades, o sino que le pregunten al hombre que está frente a mi: debe tener más de ochenta años y ayer empezó un libro de medio palmo y estoy seguro que hoy se lo acaba.
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