sábado, 18 de abril de 2009

Cuando el sol se va

Quizá el añoro del mañana me traiga un vestigio de ti cuando, a la hora del crepúsculo, aún pueda retenerte. Retener la flor que duerme dentro de la tierra helada, retener la luz, el candor, el verso sublime que te besa el alma, retener la hoja donde escribo tu nombre prohibido, retenerte más allá de las murallas que nos separan, más allá de las palabras.
Quizá el añoro del mañana, el tiempo que vendrá, los amaneceres de primavera, la playa donde nos encontramos, el océano que no nos pertenece, el exilio de las verdades que faltaron por decirnos, la ténue mirada tras el lento goteo de los miedos.

Quizá el añoro del mañana, toda la sangre vertida, la deleznable distancia entre dos corazones ansiosos, el ahora y el hasta pronto, esta fe indestructible, la sonrisa de la luna cuando el sol se va.

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