lunes, 16 de febrero de 2009

Guaridas

No es necesario huir muy lejos. Cualquier rincón puede ser bueno para protegerte de las iras ajenas. Un escondrijo intangible e inseguro que sea capaz de cobijarte cuando más apriete el cierzo, la tormenta o el granizo.
Tú no eres ninguna excepción y también buscas algún momento que te evada de todo. Cuando te subes al coche y pones la radio, cuando escuchas caer la última gota de agua al acabar de ducharte o cuando apagas la luz y cierras los ojos para que se acabe el día.

Mecanismos de autoprotección. Espacios vitales. Egocentrismo disculpable.
Ansias de soledad. Anhelo de nadie.
A pesar de todo, nuestra vida avanza a pasos agigantados y de forma inexorable hacia el futuro más incierto. Y el horizonte es toda nuestra patria.

2 comentarios:

  1. Cierto, todos buscamos momentos de soledad, aunque sean solo unos minutos para poder pensar, reflexionar sobre nuestra condición humana, sobre nuestro camino en el mundo.

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  2. El problema surge cuando requieres demasiados momentos así, ya que, según dicen, pensar mucho suele ser perjudicial.

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