martes, 3 de febrero de 2009

Casi nadie


Casi nadie merece morir. Casi nadie debe morir. Todas las muertes inmerecidas duelen. Cimbrean el alma, quiebran las corazas, resurgen lo verdaderamente humano.
Debe morir el que no quiere vivir. Merece morir el que desprecia su vida. Despertar queriendo matar y acostarse habiendo matado.
Casi nadie merece morir. Casi nadie debe morir. Tú no merecías morir. El que murió antes de ti tampoco. Es cierto que el día era muy propicio. El sol no se ha asomado y ha caído agua a raudales. La sequía queda ya muy lejos, casi tanto como tu sonrisa.
Has muerto muy dignamente pero eso a mi me trae sin cuidado. No se muere con dignidad, se vive con dignidad. Puedes irte muy tranquila. Repicarán campanas que ni tan siquiera podrás escuchar. Suplicarán que vuelvas para poder al menos despedirse de ti. Ya no sirve de nada. Sé feliz allá donde vayas. Au revoir.
Te llevas algo de mi y yo me quedaré contigo para siempre. Eso es lo que vale. Eso es lo que nos queda. Y esta indeseable y abyecta sensación de saber que ya no volveremos a vernos.

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