
Este otoño indolente. Los cielos del color de la ceniza. Sentirme lejos y cerca a la vez. El pozo tras el espejo de la noche. La duda que sesga lo improbable. La arena que entierra tus sábanas. El silencio de los dioses que lo saben casi todo.
Por una vez no tengo prisa. Por una vez he entendido que el mundo pertenece a los pacientes. Y ya que no puedo creer en nada más, creo solamente en mis palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario