miércoles, 21 de octubre de 2009

He vuelto a casa

Lleva lloviendo más de tres horas y no parece que vaya a pararse. Quizá no es lo mejor tras volver de un viaje de cuatro días por Madrid, Jaén y Granada pero ahora mismo el sol no va a salir. Y si sale, no va a poder brillar.
Ayer, a eso de las siete menos cinco de la tarde, despegó el avión que iba a traerme desde Granada hasta Girona.
No soy un fan de los aviones pero en ellos se puede vivir uno de los mejores momentos que uno puede tener. Suele darse un par de minutos después de despegar y un par de minutos antes de aterrizar y tienes que estar sentado en el asiento que dé a la ventanilla.

Ayer, por suerte, pude vivir ese momento de día y de noche. De día, y tras despegar, contemplé la ciudad de Granada y sus alrededores, a vista de pájaro. Precioso. Increíble. De noche, antes de llegar, intuyendo la ciudad de Girona entre carteles gigantes luminosos y farolas de luz anaranjada. Genial. Fantástico. Aterrizaje. El reloj me marca que son las ocho y diez de la tarde. Llego con un cuarto de hora de adelanto. Fin del trayecto. He vuelto a casa.

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