
Por su parte, el resto recogen victorias y avanzan hacia algo incierto, pero avanzan... Encallado, el fracasado sigue pendiente, día tras día, resiguiendo el rastro de más máculas cercanas, ratificando así su existencia amarga, estéril, miserable, inútil, redundando en la negatividad.
Este es el único consuelo que le queda porque, de hecho, la vida del fracasado es terriblemente infernal: sólo desea el mal de los otros para sentirse un poco menos desgraciado.
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