
No escucho la voz de los años encastados en las profundidades de mis pupilas. Me alejo como el que huye de una pesadilla que no le deja dormir. Escucho la voz del futuro, de la lluvia que resbala tras los cristales, de las cumbres nevadas y solitarias, de las piedras relucientes que ruedan río abajo.
Hay una piel que no nos pertenece porque es la piel que todo el mundo acaricia. Sólo el corazón es nuestro. Sólo el corazón conoce el secreto mejor guardado. Que piensen lo que quieran. Sólo el corazón y la sangre y tus malditas e inquebrantables dudas.
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