domingo, 1 de marzo de 2009

Siempre la lluvia

Chispea desde hace rato. Hoy el cielo se ha disfrazado con nubes que parecen enfadadas. Gotea sin estridencias, sin alardes, mansamente. Tu recuerdo brilla en el silencio de la tarde languidecida. El vaivén del naranjo azotado por el viento evoca el ir y venir de los siglos, la eterna rutina que dura desde mucho antes del diluvio.
La hora del atardecer. Una boca perdida. Tu gentil ausencia. Las páginas rasgadas del libro de tus deseos.
La lluvia, siempre la lluvia. Ver el mar. Emboscarme de nuevo. Perder mi tiempo. Querer tu tiempo.
Dejar de pensar. Releer. Recordar. Retirarme cuando la batalla esté ganada. Y tu impecable mirada.

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