
Está claro que vivimos en una sociedad tremendamente hipócrita y envidiosa, donde a las personas les falta tiempo para decirle a sus amigos el dinero que ganan, las mujeres o los hombres con los que se han acostado, lo bien que cocinan, el cochazo que tienen o la casa tan grande que se han comprado.
Algunos presumen hasta de lo que no tienen. Los que no pueden presumir de nada más son los que presumen de ser buenas personas. Aunque seas un cero a la izquierda siempre podrás enorgullecerte de los vecinos o de los amigos que la suerte o el azar te han concedido. Lo peor de todo es cuando unos y otros se ponen moralistas. No hay nada más insoportable.
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