lunes, 25 de enero de 2010

Campeón

Entró sin hacer ruido y por casualidad. Nadie lo esperaba pero se coló entre los mejores. No sabía como afrontar este reto pero tenía que hacerlo porque era uno de los elegidos. Era el peor de todos los candidatos. No quería ganar, ni mucho menos: sólo quería demostrar que si estaba ahí era por algo. Tenía ganas y fuerzas y confiaba en él mismo. Empezó despacio, sin presión y sin nada que perder. Estaba frente a su oponente junto con su vieja pala y su mente. Ese era su gran secreto: su autocontrol. Ganó en primer encuentro. Luego otro más. El tercero también. No alzaba la voz ni quitaba la vista de la mesa. Inquebrantable mentalmente. Volvió a vencer otra vez. Nadie consiguió batirle. Fue el mejor pero no fue capaz de celebrarlo. Todos le aplaudieron a rabiar y reconocieron su gran superioridad. El público estaba rendido a sus pies. Se arrodilló en una esquina, se echó las manos a la cara y rompió a llorar porque había hecho realidad su sueño.

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