lunes, 28 de diciembre de 2009

Ex-universitario (y 3)

En cuanto acabé el primer curso, sabía que el segundo y el tercero podían ser iguales: si caía, lo haría con honor, dignamente. Y así fueron ambos años, muy similares entre ellos. Lo aprobé casi todo a la primera, exceptuando un par de asignaturas que se me cruzaron. Así pues, me pasé tres años estudiando y dando el callo, implicándome e hincando los codos como Dios manda. La verdad es que me sentía realmente bien con lo que estaba haciendo y veía que todo el esfuerzo tenía su recompensa.
A mediados del tercer año de carrera, tuve la suerte de encontrar un trabajo que se relacionaba con mis estudios. Empecé de becario a tiempo parcial en una oficina técnica y encima me pagaban. No podía quejarme ya que el ambiente era muy bueno y me organizaba las horas según me iban bien a mí. El problema es que ya iba bastante ahogado con trabajos y exámenes, con lo cual acababa los días realmente cansado. Recuerdo que a veces me marchaba del piso a las siete de la mañana y llegaba a las diez de la noche. Fue duro pero valió la pena porque aún hoy, tras más de dos años y medio, sigo trabajando (ya no soy becario) en la misma empresa, a pesar de la famosa crisis, y me gano bien la vida.
Una vez concluidos los teóricos tres cursos que ponían fin a la carrera, me quedaron tres asignaturas sueltas y el proyecto final, con lo cual tenía que estarme otro año más, aproximadamente, para dar por finalizada esta etapa universitaria. Lo peor ya había pasado y el fin se veía muy cerca, cada vez más cerca. Una de esas tres asignaturas me acompañaba desde el primer año de mi nueva carrera. Decidí ponerme a fondo con ella y con el proyecto durante los primeros cuatro meses para tener ambas cosas finiquitadas por allá por febrero. Las otras dos y los últimos coletazos del proyecto los dejé para junio. Lo tenía todo calculado y estaba casi convencido de que podía conseguirlo.
Así, el 9 de julio del 2008 presenté el trabajo de final de carrera, con lo que alcancé el último peldaño de la escalera que había empezado a subir hace más de tres años.
Una parte de lo que soy es gracias a esos años. En el fondo, todo me ha servido de algo. No hay nadie que esté más orgulloso de mí que yo mismo.

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