domingo, 27 de diciembre de 2009

Ex-universitario (2)

No importaba haber estado a punto de aprobar si al final no había aprobado. En mi casa no sentó nada bien mi fracaso universitario. Pero a quien más le dolía, sin duda, era a mí. Nunca tuve problemas en clase, siempre aprobaba todo y con buenas notas, con lo cual todo esto era algo novedoso a la vez que fatal para mí y para mi entorno más cercano. Era obvio que algo debía cambiar de caras al nuevo curso. Yo necesitaba un cambio como fuera, no me veía capaz de soportar lo que tuve que aguantar tras consumarse ese inesperado fiasco. Fue un golpe psicológico duro, muy duro. Además, dejé la residencia donde me alojé casi todo el curso anterior y me fui a un piso junto con tres amigos más.
Tras pensarlo durante todo el verano (otra vez entre lavadora y lavadora), opté por dejar la ingeniería industrial y matricularme en ingeniería electrónica. Escudriñé un poco los planes de estudios de algunas titulaciones y el de ésta me atrajo más que cualquier otro, así que me decidí a dar el paso.
Tenía mucha presión encima, no sólo la que venía de mi casa, sino también la que yo mismo me empeño siempre en cargar sobre mis espaldas. Presionarme me motiva para afrontar las cosas y esta vez me salió realmente bien. Hallé las ganas que me faltaron el año anterior y, exceptuando un par de asignaturas, el resto me eran de mucho provecho. Encontré el gusto por ir a clase, por estudiar y por dedicarle tiempo y empeño a la carrera. Los exámenes, tanto los parciales como los finales, me fueron muy bien. Creo recordar que suspendí 2 asignaturas de las 9 en las que estaba matriculado y que me convalidaron las 3 que aprobé el año anterior.
Fue un buen año, la verdad. La lástima es que iba más o menos con medio año de retraso por lo del curso anterior pero lo cierto es que era un castigo más que merecido. El panorama era diferente y mejor, mucho mejor.

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