miércoles, 11 de noviembre de 2009

Si cierro los ojos

El horizonte se ha difuminado antes de acabar la tarde. Era de un color naranja intenso, como el fuego. Las luces de la calle intentan imitar esta luz tan sobrenatural. Me ha costado dejar de contemplar con asombro tanta belleza. Escalera de colores. De negro carbón a naranja pálido. Toda la gama estaba presente ahí a lo lejos.
Un ligero viento ha sacudido las brancas más débiles de los árboles. A pesar de eso, las nubes se han hecho más fuertes y hoy han ganado ellas la batalla.
Ya no existe el color naranja, ni pálido ni intenso. Ahora sólo hay una gran mancha que a ratos se quiebra con el vuelo de los pájaros, con la agonía callada de este miércoles que está a punto de expirar.

Puedo verte si cierro los ojos. Puedo desconfiar de todo cuando no quiero confiar en nadie. Ya sabes que las noches nunca tienen prisa.

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