
Acaba de llegar un compañero. Está instalando su portátil, ya que el profesor nos dijo que lo trajeramos hoy, igual que el otro día. Así al menos la clase se hace más amena, porque lo cierto es que tres horas seguidas (de seis de la tarde a nueve de la noche) se hacen bastante pesadas.
Aquí, en la Universidad, siguen haciendo obras, tal y como cuando la dejé, hará cosa de año y medio. En la carretera por donde paso cada mañana para ir a trabajar, también. En mi calle, también. Será porque en el fondo, nunca se para de crecer.
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