domingo, 27 de septiembre de 2009

En el fin del mundo

Los cambios sirven para aterrar a los impávidos, a los conservadores. La realidad en sí ya es un cambio constante. Por eso, lo novedoso resulta impensable para ellos y prefieren basarse en ficciones, religiones o ideales para no tener que pensar lo que supone avanzar.
A pesar de este conservadurismo enfermizo, es inevitable que todo sigue su curso y que las cosas cambian. Es entonces cuando este colectivo sufre muchísimo y de mala manera, quedándose totalmente descolocados, atónitos, sin saber como actuar.

Esta manía de no querer ver más allá está totalmente condenada al fracaso. La gente que arriesga, que tiene horizontes lejanos y que no se conforma con vivir por sistema son los que habitan en el fin del mundo.
Abriendo, innovando, creando. No existe el miedo de experimentar. De cobardes está el mundo demasiado lleno. En el fin del mundo está la absoluta libertad.

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