lunes, 18 de mayo de 2015

La Rioja Bike Race 2015 (Prólogo)

Suponía el mayor reto deportivo que he afrontado nunca. Consistía en recorrer en bicicleta de montaña un total de 210 kilómetros y 6100 metros de desnivel positivo acumulado repartidos en tres etapas sin descanso, de viernes a domingo. 
La verdad es que tenía mis dudas sobre si sería capaz de acabar la competición. No entreno específicamente la materia y, a pesar de que me gusta bastante y de que físicamente estoy en una condición buena, reconozco que no es lo mío. 
Mi perfil es claramente rodador, con condiciones normales para llanear, más flojas para subir y muy malas para bajar. Podría decir que me defiendo como puedo a pesar de mis limitaciones, que son bastantes. 
Poco amante de los recorridos muy técnicos, piquen para donde piquen, intuía que por La Rioja me encontraría de todo cada día y me daba cierto pavor el hecho de pensarlo.  
Así pues, mi única idea era aplicarme en la tarea con el entusiasmo de quien tiene un objetivo concreto (acabar la carrera) y la ambición de vencer a un perfil, a priori, bastante inabordable. 
Nos íbamos a Logroño un servidor y dos compañeros de fatigas, quienes dominan mucho más que yo el tema de las carreras. 



Siendo poco amigo de las improvisaciones, lo llevaba todo preparado, sobretodo en lo que respecta a las comidas. No tenía intención de hacer algún invento de última hora que pudiera removerme el estómago, así que me llevé hasta el desayuno de casa para evitar sustos. 




Tras un viaje que se nos hizo bastante largo, llegamos al punto de reunión cuando hacía sólo media hora que habían abierto sus puertas. La temperatura era bastante más fría que la de casa, del orden de unos 14 grados menos. 
Enseguida vemos que todo está perfectamente organizado y que se ofrecen múltiples servicios a los participantes (fisioterapia, aparcamiento cerrado y vigilado de bicicletas, restaurante, lavado, asistencia médica, guardarropa...). Recogemos los dorsales y nos vamos al apartamento a preparar las cosas para la primera batalla, a cenar y a descansar todo lo que se pueda. 
Hoy estamos frescos, risueños y con ganas de empezar. A las diez y poco de la noche estamos todos metidos en la cama. No tengo ninguna molestia y mi cabeza quiere correr. Creo que estoy preparado.   



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