Ellos siempre creyeron que yo podía llegar. Yo aún no he llegado pero sé que ellos siguen creyendo que puedo. Si no fuese así, yo no podría ni tan siquiera intentarlo.
martes, 11 de mayo de 2010
Entre los dedos
Nos quedamos sin trenes. Nos quedamos sin luz. Un país repleto de agujeros. Un país lleno de caraduras. La burbuja inmobiliaria ha explotado del todo. Nos quedaremos sin agua y las nubes pasarán de largo porque no querrán llorar sobre este país de mequetrefes. Los políticos tienen bastante con pelearse entre ellos. Algo no va bien. Nada va bien. El cielo está casi siempre negro. Alguien ha robado la ilusión. Alguien ha escondido la esperanza. Un grupúsculo de cuervos está intentando hundir al pueblo. El verdugo sonríe maliciosamente bajo su antifaz. Sólo queda la fe inquebrantable. También queda el trabajo diario, igual que queda la sangre, roja y reluciente, de los luchadores, de los creedores insaciables. Dudo que puedan pasar por encima del honor, pisoteando el remoto ápice de energia que se escurre entre los dedos. Sobre toda esta miseria pondremos las primeras piedras de un nuevo horizonte.
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