viernes, 16 de abril de 2010

La autenticidad

Se trata de buscar la lucidez, el rojo de las rosas, el azul de océano, el verde de los prados o el amarillo de los girasoles. Se trata de abolir a todos los ejércitos, de derogar todas la leyes, de culminar los ideales que hicieron dignas las vidas de los profetas. Se trata de abrir las manos, de ponerse al sol, de soñar en las noches de luna llena, de ver tu sonrisa, de contar tus pecas, de escuchar la melodía lejana que surge cuando crees que eres feliz, de vivir la vida que resbala sincera por cada barranco de tu cuerpo. El mañana de las tormentas, el olvido prematuro de las oscuridades, el exterminio en masa de los genocidas, la eternidad de las flores, la prohibición del turismo, las grandes superficies, el tráfico de las ciudades, las teleseries vomitivas, el vino malo, el sexo vulgar, la cura de los ancianos, la autenticidad. Si quieres venir conmigo, debes quitarte la máscara. No te diré que te quiero hasta que no te desnudes. Luego hablaremos de lo que quieras, arreglaremos el mundo si hace falta. Crearemos poemas de andar por casa, sin formalismos y con sobredosis de contenidos. Si no te hago pensar ni sentir, no merezco mirarte a la cara. Ven, entra, soy tuyo. Proclamo mi silencio.

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