Obviamente todo son urgencias, prisas y desorganización, algo que odio a muerte debido a que tengo una gran obsesión por el control de todo aquello que me concierne. Queda claro, pues, que no es mi estilo, ni mucho menos, y me cuesta mucho adaptarme a esta manera de hacer las cosas.
No sé cuanto tiempo durará este indeseado episodio que tantos quebraderos de cabeza está dando a mucha gente, no sólo a los afectados por el apagón, sino a todos los que trabajamos para que se reestablezca la ansiada normalidad.
Ahí pongo una foto que hice desde mi ventana mientras caía nieve sin parar.
P. D: En el próximo post contaré como lo pasé el viernes mientras revisaba líneas eléctricas desde un helicóptero.
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