
Yo respeto que un indio o un bosnio puedan sentirse las personas más catalanas del mundo nada más pisar La Jonquera, aunque no alcance a entender tal patriotismo espontáneo y claramente interesado. Igual que respeto que haya gente que odie a España y/o a Cataluña aunque tampoco logre comprenderlo.
Lo que no acepto ni respeto es que me digan de donde tengo que ser o en que idioma tengo que hablar. Sólo yo sé de donde me siento, con mis razones y mis sentimientos, cosa que no debería importarle a nadie de la misma forma que a mi no me interesan sus causas, sus arrebatos pueblerinos o sus razones imberbes. Me la trae al pairo quienes opinen gratuitamente o hagan juicios de valor al respecto. Ni puto caso. Tampoco me importa la gente que me dice cuando tengo que hablar en catalán, en castellano o en serbocroata. Yo escojo el idioma según el momento o según con quien tenga que hablarlo. A quien le moleste me lo puede recriminar respetuosamente y entonces yo le corresponderé lo más amablemente posible y le daré mis motivos si tanto le interesan.
Absténganse de obligarme o aconsejarme, tanto los que creen que debiera sentirme un catalán de pura cepa como el indio o el bosnio que llegan a La Jonquera o los que creen saber siempre en que momento y con quien se debe hablar un idioma u otro y no hacen nada más que pegarle patadas al diccionario y son unos terroristas ortográficos y gramaticales de bandera, tanto en un idioma como en otro, porque tanto el uno como el otro, para mí, son la misma mierda.