lunes, 7 de abril de 2014

XIII Duatló Ciutat de Vic

El pasado domingo 6 de abril asistí al primer duatlón de mi vida. Me había inscrito con mucha antelación para así no tener excusa y no echarme atrás. Tampoco había motivo para ello puesto que llevo mucho tiempo entrenando y alternando la bicicleta, el correr y el nadar. Sólo una lesión podía evitar mi debut. 
La prueba consistía en correr 7 quilómetros, ir en bicicleta de carretera durante otros 35 y acabar con 3 más de carrera a pie. 
El caso es que se dio la salida un poco más tarde de las 10:30 de la mañana con un total de 600 atletas participantes, todo un récord según la organización. La mayoría iban bien equipados. Zapatillas de nivel y de muchos euros, medias compresivas (¿Vale la pena usarlas para correr media hora?), bicicletas de alto copete, etc. Algunos comen justo antes de salir. Barritas, plátanos, geles... Otros se hinchan a beber agua. Mi experiencia con la comida previa no es muy buena, así que me salto ese paso. He desayunado 3 horas y media antes y me encuentro bien. 




Mi misión era bien simple: disfrutarlo al máximo, sin más. Sólo así podría acabar contento. 
Empecé bien, tranquilo. No llevé reloj así que no sabía a que ritmo iba ni a cual debía ir. Mejor: no quería agobiarme. Bastante tenía con escuchar pisadas, bocanadas de aire y los constantes pitidos de los relojes y GPS ajenos. Hacia la mitad del recorrido, y con el grupo ya muy estirado, me adelantó la primera de las chicas, quienes salían tres minutos más tarde. Buena zancada y buen ritmo. Igualito que el mío, vamos. Más o menos por ahí me entró flato. Y como la única manera que parece que me ayuda a olvidarme de él es yendo más despacio, decido aminorar el ritmo. Ahí empiezo a comerme la cabeza y me pregunto porque siempre aparece cuando estoy corriendo. Como ya sé que no va a irse hasta dentro de un par de horas, lo aguanto lo mejor que puedo, no me queda otro remedio. 




Me adelanta bastante gente pero no me preocupa porque lo tenía asumido. Veo el arco de meta y sé que el peor sector ya ha pasado. Estoy algo cansado, como también esperaba, pero también aliviado. 
Entro en la zona de boxes y aún tengo que seguir corriendo un buen trozo porque mi bicicleta es la última de todas y no es broma. Ahora me favorece porque voy con las zapatillas de correr pero luego será un problema con las zapatillas de bici. Ya sé que los buenos se las quitan en marcha, se las atan en marcha y bajan descalzo. Yo no llego a tanto, que le vamos a hacer. 
Cojo la bicicleta y voy pasando a varios corredores, incluso a varias chicas que me habían adelantado corriendo. Los 6 primeros quilómetros, que son en ligero ascenso, vienen acompañados por un puerto de unos 4 quilómetros. Me adelanta un pelotón de chicas justo cuando uno se cae y se hace polvo las rodillas. Voy a un ritmo constante y me noto algo cansado pero aguanto sabiendo que luego viene una bajada larga combinada con un llano de unos 7 quilómetros. Esta parte la hago realmente bien, superando a mucha gente. Lo siguiente es un puerto de 5 quilómetros de subida, sin dificultad técnica ni dureza excesiva pero que se hace duro debido a la fatiga que llevo. El flato sigue ahí, sólo faltaría. Lo que falta es en bajada y llano. Es aquí donde vuelvo a adelantar a bastante gente. Llegamos a los boxes un grupo de 6 unidades que hemos compartido los últimos 3 quilómetros en base a relevos dignos. Me bajo de la bici y el cuentaquilómetros dice que lo he hecho en 1h 15'. Me sale una velocidad media de 28kms/h: mejor de lo esperado.  




A patear con las zapatillas de ciclismo por los boxes. Hay bastantes bicicletas colgadas y veo a mucha gente que ya ha acabado. En hora y media ya lo tenían listo. Chapeau. 
Ya muy cansado, sé que sólo son 3 quilómetros a pie. Creo que mi ritmo es lento pero no estoy muy seguro porque ya no controlo mucho las piernas y no llevo reloj. Por delante mío veo escalonados a los 5 compañeros con los que había llegado en bici. Deben separarnos unos 100 metros. Salieron todos antes que yo del boxes, como esperaba, debido a mi ubicación. Creo que puedo dar algo más y acelero un poco. Ah, y sigo con el flato. Sin dejar ese ritmo, me motiva ver que consigo pasar a tres de ellos en pocos metros. Me junto al cuarto y adelantamos al que faltaba justo antes de llegar a la recta de meta, que es cuando consigo dejar atrás a mi último compañero de fatigas. 
Acabo cansado pero contento porque he disfrutado mucho, sobretodo en la bici. Por aquello de la curiosidad y no haber llevado reloj, miro los tiempos que he hecho corriendo. Sorpresón. Los primeros 7 quilómetros los hago en 31' 37" (a 4' 31" el quilómetro) y los últimos 3 los hago en 14' 06" (a 4' 42" el quilómetro). No son tiempos espectaculares, ni mucho menos, pero suponen mi récord personal y, unido a las buenas sensaciones que tuve, sin contar el flato, me producen una alegría tremenda y unas ganas enormes de seguir entrenando. 




2 comentarios:

  1. Iván,

    ¡Eres todo un obrero del deporte! Yo hace tiempo que dejé de malgastar el tiempo en minutos y segundos, marcas y periodos. Llevo el reloj para controlar la hora y lo único que me preocupa son las pulsaciones. El resto es purpurina. Enhorabuena por tus progresos y por lograr los objetivos, que no son otros que divertirse y salir vivo.

    Un abrazo fuerte!

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Mi primera experiencia no fue del todo buena y para poder disfrutar he aprendido que hay que trabajárselo un poco antes. Y es lo que hago: mientras entreno a mi rollo, cuando puedo y sin presiones, disfruto.

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