Ha sido un verdadero placer estar cerca de ti durante todo este tiempo. Un abrazo allá donde estés. Hasta la vista, compañero.
Factum abiit, monimenta manent.
Ellos siempre creyeron que yo podía llegar. Yo aún no he llegado pero sé que ellos siguen creyendo que puedo. Si no fuese así, yo no podría ni tan siquiera intentarlo.
Los cambios sirven para aterrar a los impávidos, a los conservadores. La realidad en sí ya es un cambio constante. Por eso, lo novedoso resulta impensable para ellos y prefieren basarse en ficciones, religiones o ideales para no tener que pensar lo que supone avanzar. 
Martes por la noche. Empieza Física o Química, en Antena 3. La serie gira entorno a las vivencias de un grupo de jóvenes dentro y fuera de un instituto. El sexo y las drogas están muy presentes en todo momento y se tratan sin ningún tipo de cuidado. Se abusa en demasía de la facilidad lingüística para tratar estos temas tan delicados.
Existe un destino. En el silencio espeso de la madrugada, cuando coinciden los que van con los que vuelven, entre la resaca del alcohol y las sábanas, abro los ojos. No tengo sueño. No sé que hago despierto. No busco nada concreto y tampoco hallo nada fuera de lo común. Todas las pistas apuntan hacia un mismo objetivo. Señales extrañas que frecuentemente irrumpen de golpe fuera de cualquier lógica natural y humana. Cada biografia es un mapa. En el silencio espeso de la madrugada comprendo que, por encima de mis deseos y de mi voluntad, hay un guión que yo no he escrito. Existe un destino.
Quedan pocos días para que oficialmente sea otoño. El cielo se tambalea y a veces es como un espejo. Hace días que no camino. Hace días que no veo el mar. Cada día soy mas consciente de mis imperfecciones. Cada día disculpo más las imperfecciones ajenas. Hacemos lo que podemos con nuestras limitaciones. El otoño nos recuerda que somos efímeros, frágiles, caducos. El otoño nos recuerda que, tarde o temprano, caeremos como cae todo, nos debilitaremos, desapareceremos en el otro lado de la materia, fuera del escenario corpóreo, dejando un rastro de palabras y recuerdos como pieles de serpiente abandonadas entre los arbustos.
Si nada lo impide, mañana Alejandro Valverde pasará el trámite que siempre supone la última etapa en las grandes vueltas ciclistas y se coronará como campeón de la Vuelta Ciclista a España del 2009.
Se acerca la medianoche. En la televisión no dan casi nada interesante. Sólo los deportes tienen algo que me atraiga. El resto es totalmente vomitivo.
Ahora que no estás es cuando pienso en ti. El vacío que se queda en mi mirada. Tus pasos retumbando en las paredes del pasillo. El suspiro hondo pero comedido tras sentarte en el sillón. El ténue silbido mientras te lavabas las manos. Las putas dudas de siempre.
Aunque vivo en Cataluña y hoy, como cada 11 de septiembre, es la Diada de Cataluña, yo no tengo nada que celebrar porque no soy catalán.
La luna llena de ayer me volvió a enjuagar el corazón. Las sombras han huído con la inminencia del otoño. En cada uno de mis atisbos hay una sonrisa de liberación. Hay un suspiro liviano por cada paso que doy al frente. Siento que he sacado la cabeza fuera de la caverna de Platón.
A lo mejor ha sido un sueño. Tengo mis dudas. De golpe, abro los ojos y me encuentro con los recuerdos. ¿Qué son los recuerdos si sólo pertenecen a una sola persona? ¿Tú recuerdo coincide con mi recuerdo? ¿Cómo puedo saberlo? ¿El otoño recuerda al verano? ¿Las hojas que ahora caen recuerdan las lluvias de abril? ¿Recuerda el viento a todos los páramos? Tengo mis dudas. A lo mejor ha sido un sueño, nada más. Era demasiado perfecto, como los sueños. Duele mucho despertar. De hecho, todo lo que se acaba, duele. ¿O a lo mejor no se ha acabado? Tengo mis dudas.
El error fundamental y la correspondiente causa de todos los males es querer imponer nuestra voluntad. Mientras el ego lleve el timón, el naufragio está asegurado. En vez de hacer esto, lo que hay que hacer es dejarse llevar por la corriente de la vida, fluir, adaptarse a las circunstancias, aceptar lo que venga como un regalo del destino y no como un castigo supremo.
Tenía ganas de hacerme este electrocardiograma. Me gustaría saber a cuantas pulsaciones por minuto me late el corazón. Seguramente no se lo hayan preguntado mucho pero a mi me interesa este dato. Ahora mismo a ochenta. ¿Estás nervioso? ¿Te notas raro? No, ni mucho menos. No es una frecuencia muy normal, deberías estar entre sesenta y setenta como mucho. Tal vez se deba a tu actividad cerebral o a un estrés cotidiano. ¿Me dices que normalmente estás así? Sí, ahora estoy tranquilo y cuando estoy tranquilo estoy como ahora. Eres ingenioso, no puedo negarlo. ¿Sigo a ochenta pulsaciones por minuto? Sí, sigues sigual que hace un rato. ¿Podemos esperar otro minuto más a ver si me han variado? Por supuesto que sí. Si no te importa, me gustaría saber porque quieres saber todo esto. La verdad es que no lo sé del todo pero hace ocho meses me latía el corazón a la misma frecuencia que ahora y eso me da qué pensar. No he cambiado nada pero me han pasado muchas cosas y no creo que sea muy normal. ¿No sería mejor que todo esto lo hablaras con un psicólogo? Probablemente sí, pero prefiero seguir siendo yo a pesar de todo.