domingo, 10 de agosto de 2014

Volviendo al origen: SKODA Triathlon Series 2014 Tarragona

Los que vivimos demasiado rápido creemos estar castigados a perpetuidad por el paso de las agujas del reloj. Nos cuesta saludar porque creemos que no tenemos tiempo y obviamos, de primeras, casi todo lo que se nos cruza. A cambio, ganamos un punto más de nostalgia y tenemos muchos más recuerdos porque cualquier situación, por insignificante que parezca, la almacenamos y la analizamos mientras pasamos a toda velocidad de una pantalla a otra. Es lo que nos diferencia de los que aprovechan cada segundo de forma lenta y sin prisa: ellos disfrutan del momento, nosotros lo añoramos. 
Por otra parte, se sabe que el recuerdo, aunque puede emanar de multitud de causas, suele venir dado por aquello que no fue o no pudo ser, como la eternidad del primer amor. 
Y, finalmente, los retos personales surgen del curioso deseo de superarse y los logros posteriores de la perseverancia y, si lo tienes, del talento. Yo me planteo objetivos factibles y tengo fuerza de voluntad, sin necesidad de que nadie me guíe, me aliente o me cobre. La perspicacia es para las estrellas.  
Toda esta palabrería, tan tediosa como necesaria, es para contextualizar la narración que ahora prosigue. Tal vez fue por la nostalgia, por el recuerdo o por las ganas de batirme. Quizás por la combinación de las tres o a lo mejor porque simplemente me apetecía pero hace un mes decidí que volvería a Tarragona, donde hace un año participé en mi primer triatlón. Sentía desde hacía un tiempo la necesidad de volver, de retarme de nuevo, de cambiar esa sensación agridulce que acostumbran a dejarnos las primeras veces. 
Por entonces me presenté en modo aprendiz de principiante, carente de fundamentos de nado, con muchos kilómetros hechos encima de una bicicleta y con pocas piernas y escasa técnica como para ponerme a correr después haber chapoteado y pedaleado cerca de una hora. 
Juré y perjuré que acabar era mi único objetivo a sabiendas de mi falta de preparación y de experiencia en esas lides. El miedo y el pesimismo ayudaron lo suyo.
Sin embargo, ayer intuía que podía ser diferente. Tras un año combinando las tres disciplinas (más lo que no se ve pero se siente) como mejor he podido y sabido, sabía que podía hacerlo mucho mejor y así fue. 
En la natación me coloqué en las primeras filas y totalmente abierto a la derecha, asegurándome de que una canoa de la organización era lo único que me flanqueara en ese lado. Dudé si salir tan adelantado sería bueno pero visto el resultado creo que elegí una buena estrategia ya que durante la mayoría del recorrido pude nadar a un ritmo lento pero continuo, como es habitual en mí, evitando la parte central y buscando un perímetro seguro a cada momento. Únicamente tuve que aflojar al llegar a cada una de las tres boyas que marcaban el circuito para poder escabullirme del jaleo que ahí se formaba. De vez en cuando se me cruzaba algún desnortado pero logré esquivar todos los envites. Al salir miré el reloj y vi que, por fin, había nadado dentro del tiempo previsto y superando en cinco minutos y medio lo que hice hace un año. 
Montando en bicicleta no hay mucho que contar que no haya dicho antes. Hice un parcial muy bueno, incluso algo mejor de lo que esperaba, y volví a remontar muchas posiciones. Iba saltando de grupo en grupo y me sentí cómodo en un circuito rapidísimo. Volví a vaciarme y mejoré en dos minutos la marca del año pasado. 
Aparqué la flaca pidiéndole disculpas ante tanta brevedad, me cambié las zapatillas y miré el reloj de nuevo. Llevaba cincuenta y cinco minutos aproximadamente. Si conseguía correr a unos cinco minutos el kilómetro podría lograr bajar de una hora y veinte minutos, cosa que hace un año me parecía más que utópica. La afrenta se presentaba un tanto compleja porque aunque puedo correr sensiblemente por debajo de esa marca, sabía que mis piernas estaban ya más allá del limbo tras casi una hora de tralla. Sabía, también, como buen diesel que es uno, que debía establecer mi carrera a ese ritmo concreto desde un buen principio porque cualquier intento de aflojar para luego apretar o viceversa, podría ser fatal. Y parece ser que los astros seguían alineados porque también lo logré, con dificultad pero lo logré. Aquí también rebajé ostensiblemente la marca que hice el año pasado. 
Finalmente, y por cuatro segundos, bajé de la barrera de los ochenta minutos contando transiciones. Además, en este triatlón en concreto, la primera de ellas es terriblemente larga. 



Así pues, conseguí una buena posición final (214 de 517 participantes totales) entrando en la primera mitad de la clasificación y comprobando que el trabajo bien hecho da resultados. 
Hoy es uno de aquellos días en los que me gusta decir que no hacer nada es mucho más cansado que nadar, correr o montar en bicicleta. Palabra. 



1 comentario: